La fotografía muestra una bicicleta amarilla entre un campo de hierba alta y espigada.
El contraste entre los colores es el aspecto más llamativo:
La bicicleta está completamente saturada en un tono amarillo intenso, mientras que el resto de la imagen está en blanco y negro.
Este tratamiento crea un efecto visual muy fuerte y enfoca toda la atención en la bicicleta.
Se utiliza el uso intencionado del contraste de color selectivo para resaltar el sujeto.
La textura rugosa del muro de piedra al fondo y la suavidad de las espigas en primer plano generan una tensión interesante entre lo orgánico y lo urbano. La profundidad de campo es moderada, permitiendo que tanto la bicicleta como el entorno vegetal se mantengan razonablemente nítidos.
La imagen tiene un aire nostálgico y artístico, capturando un momento en el tiempo.
Pedales, ¿para qué?
Las primeras bicicletas no tenían pedales ni frenos.
El barón alemán Karl Drais inventó la “Draisiana” o “máquina andante” en 1817.
Este vehículo de madera, con dos ruedas alineadas, un manillar rudimentario y sin pedales, fue el precursor de la bicicleta moderna.
Para moverse, el usuario se impulsaba con los pies en el suelo, como si caminara o corriera mientras estaba sentado.
Este invento fue revolucionario en su momento, ya que ofrecía una forma mucho más rápida de desplazarse que simplemente caminar.
Aunque era bastante incómoda (especialmente en caminos irregulares), marcó el comienzo de una nueva era en el transporte personal.
Autor: Wifredo Llimona
Id: F00493